


El infaltable tocadiscos Wincofón conectado a un sistema de amplificación muy rudimentario, reproducía los discos de vinilo y pasta (78, 45 y 33 rpm) que iban desde un rock and roll interpretado por Bill Halley y sus cometas, Elvies Presley, Los Plateros, Smith y sus Pelirrojos pasando por orquestas argentinas como la de Panchito Cao, Edie Pequenino o la Porteña Jazz Band, mechadas con las originales y más antiguas de Bix Beiderbecke o Louis Amstrong. El tango había logrado sobrevivir a esta avalancha de ritmos y no podían faltar algunos temas de Juan D´Arienzo y de Osvaldo Fresedo con su Re fa si o Vida Mía, cantado por Héctor Pacheco. Digamos que se trataba de una amplia variedad de ritmos que bailábamos apretaditos y daba pie para la franela. Los padres solían dar una ojeada cada tanto para controlar que el bailongo se llevara a cabo dentro de las pautas de comportamiento que regían por los años 50 y en general, la reunión siempre se hacía con los mismos amigos y se organizaba con uno o dos días de anticipación. Es probable que estas reuniones tengan su antecedente en las tertulias y bailes que las familias de pro hacían en sus casas en la antigua Buenos Aires colonial, donde el mate pasaba de mano en mano acompañados de pastelitos, mientras los valses y cielitos eran interpretados en piano y a veces, acompañado de guitarra.