domingo, 30 de diciembre de 2007

LOS ASALTOS...

...que no eran a mano armada, fueron aquellas reuniones bailables que se hacían en la propia casa o en la de los amigos los sábados a la noche o los domingos por la tarde. Como requisito indispensable, había que asistir provisto de alimento comestible o bebestible a saber: sándwiches de miga, bizcochuelo que hacía la vieja, empanadas, chips (que eran unos pancitos muy pequeños medio dulzones) y bebida no alcohólica como la Bidú (la de la botella de vidrio verde), naranja Bilz, Pomona, Naranja Crush (la de la botellita con anillos apilados como el personaje de neumáticos Michelín) y cuando hacía mucho calor, un concentrado con sabor bastante lejano a la coca cola que se diluía con soda.
El infaltable tocadiscos Wincofón conectado a un sistema de amplificación muy rudimentario, reproducía los discos de vinilo y pasta (78, 45 y 33 rpm) que iban desde un rock and roll interpretado por Bill Halley y sus cometas, Elvies Presley, Los Plateros, Smith y sus Pelirrojos pasando por orquestas argentinas como la de Panchito Cao, Edie Pequenino o la Porteña Jazz Band, mechadas con las originales y más antiguas de Bix Beiderbecke o Louis Amstrong. El tango había logrado sobrevivir a esta avalancha de ritmos y no podían faltar algunos temas de Juan D´Arienzo y de Osvaldo Fresedo con su Re fa si o Vida Mía, cantado por Héctor Pacheco. Digamos que se trataba de una amplia variedad de ritmos que bailábamos apretaditos y daba pie para la franela. Los padres solían dar una ojeada cada tanto para controlar que el bailongo se llevara a cabo dentro de las pautas de comportamiento que regían por los años 50 y en general, la reunión siempre se hacía con los mismos amigos y se organizaba con uno o dos días de anticipación. Es probable que estas reuniones tengan su antecedente en las tertulias y bailes que las familias de pro hacían en sus casas en la antigua Buenos Aires colonial, donde el mate pasaba de mano en mano acompañados de pastelitos, mientras los valses y cielitos eran interpretados en piano y a veces, acompañado de guitarra.

lunes, 10 de diciembre de 2007

PURO HUMO

¿Quien no llegó a fumar a escondidas un cigarrillo cuando éramos chicos y después, comer un paquete de pastillas de menta Trineo (las ovaladas) o las súper mentoladas Billiken para que no nos sintieran el aliento?
Yo empecé probando un Gavilán que era un verdadero petardo y terminé fumando un paquete y medio por día hasta que dejé el cigarrillo 30 años más tarde. Haciendo memoria, que es el ejercicio que propone este blog, apunté una lista de marcas donde seguramente se me ha escapado alguna pero más de uno hará una exclamación al leerlas y de paso, recordarles que con el papel de las marquillas, solía hacerse -plegándolas convenientemente - algo parecido a un cinturón. Para completar y como dato anecdótico, vale la pena mencionar que Gloster, fue el primer cigarrillo con filtro fabricado en Argentina en el año 1960. Y aquí va la lista y si recuerdan otras, me las envían y las agrego.

Belmont, Comander, Fontanares, Particulares, Colorado, V.O., Clifton, Pall Mall (argentinos), Noblesse, Via Apia, Gálaxy, Gavilán, 43, Le Mans, Gloster, Jaguar, Dorados, Individuales, Kin George, Jockey Club, HF, Imparciales, Simplex, Colt, Chesterfield (argentinos), Laponia, Alaska, Saratoga, 43/70, Big Ben, Shelton, Conway, Vanguard, Essex, Paddock, Splendid, Legales, Cumberland, Reval, Bilmore, Derby, Filadelfia, Arizona, Fitzroy, Parisien, Tradicionales, Florida, Benson and Hedges, Cápitol, West, L&M (argentinos), Sportsmen, R6 (argentinos), Ducados (argentinos),John Player Especial (argentinos), Phillip Morris (argentinos), Master, Parliament (argentinos), Lucky Strike (argentinos), Camel (argentinos), Douglas, Brooklyn, Collins, Boston, Gold Leaf (argentinos), Viceroy (argentinos), Kent (argentinos)

domingo, 9 de diciembre de 2007

LA REVISTA DIBUJANTES

En los años 50 la televisión recién hacía sus primeros palotes y la radio era la reina de los hogares argentinos. Sin embargo, el público se rodeó de héroes y personajes de historietas que aparecían semanalmente en revistas como Patoruzú, que para fin de año editaba un voluminoso número especial, Rico Tipo, Patoruzito, Intervalo, Rayo Rojo y personajes tan recordados como Falluteli, Bómbolo, Purapinta, Piantadino, Pochita Morfoni, El otro yo del Dr. Merengue y otros que seguramente muchos recordarán.
Pero también hubo una revista que se ocupó de estos grandes maestros de la historieta, que se llamó Dibujantes, cuyo creador fue Osvaldo Laino. En ella se publicaban reportajes, técnicas y también se le daba la posibilidad a los futuros historietistas de publicar sus trabajos. Recuerdo uno especialmente que en el primer cuadro se veía a un preso picando piedras en el penal con su clásico uniforme de presidiario. En el próximo , el personaje salía en libertad mostrando con gran alegría el indulto. Luego buscaría trabajo y terminaría en el último cuadro, picando piedras en la calle. Esa tira estaba firmada por un aficionado a la historieta que luego se haría famoso: Joaquín Lavado, Quino.
Para los que estén interesados en profundizar en el tema de la historieta les recomiendo los siguientes Blogs colegas:

viernes, 7 de diciembre de 2007

EL CASO PENJEREK



En el mes de julio de 1962, a solo tres meses de haber asumido el gobierno provisional el Dr. José María Guido, fue encontrado en un descampado de Lavallol, Provincia de Buenos Aires, un cadáver en avanzado estado de descomposición, que tardó varios días en ser identificado. Finalmente se supo que la víctima era Norma Mirta Penjerek, una joven de 16 años que vivía en el barrio de Flores en la Capital Federal. Sobre este crimen se tejieron infinidad de hipótesis pero nunca se encontró al o los asesinos. Entre los probables implicados en este homicidio figuraba Pedro Vecchio, un comerciante propietario de una zapatería en Florencio Varela que fuera delatado por María Sisti, una muchacha de 23 años con un voluminoso prontuario por prostitución. El caso permaneció mucho tiempo en la portada de los diarios pero las noticias sobre los serios conflictos políticos y militares que se sucedían en el país, enterraron definitivamente el caso y pasó al olvido.
Con el título de Caso Penjerek existe un libro muy bien documentado del escritor y periodista Esteban Dómina del cual extraigo unos párrafos:
Dado el avanzado estado de descomposición en que se hallaba, no fue posible practicar la identificación visual del cadáver, por lo que se retiraron algunos restos de piel de los dedos de la mano para enviarlos al gabinete dactiloscópico. Algunas versiones periodísticas consignaron que para llevar a cabo esa diligencia le fueron amputadas las manos al cadáver. La compleja pericia estuvo a cargo de Enrique Ducci, quien encontró dieciocho puntos de coincidencia entre las huellas cotejadas, muchos más de los que la ley admitía como suficientes para acreditar la identidad de una persona.”
Cito este comentario porque por aquella época, trabajaba yo en la sección identificaciones de la Policía Federal como Auxiliar Dactilóscopo de 5ª y solía visitar por interés profesional a los colegas del gabinete dactiloscópico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que estaba en el Departamento Central de Policía de La Plata. Allí conocí al Comisario Vieytes a cargo de la sección y al subcomisario Enrique Ducci. Ambos eran apasionados por esta ciencia de la identificación mediante las huellas digitales y además de conservar un voluminoso archivo de fichas decadactilares (impresión de los diez dedos), poseían un completo archivo monodactilar (impresión de un solo dedo) que por aquellos tiempos, la Policía Federal lo tenía incompleto.
Como bien dice el periodista Esteban Dómina, efectivamente le fueron apuntadas las manos a la víctima para poder reconstruir en el laboratorio, los relieves digitales de las papilas. Ambas manos estaban conservadas en una sustancia líquida dentro de un frasco de vidrio. El minúsculo tejido papilar con el que pudieron identificar a Mirta Penjerek, fue cuidadosamente manipulado para obtener una impresión fotográfica y cotejada con la ficha decadactilar que la policía tenía en su poder de las personas denunciadas como desaparecidas. Por principio, no existen dos personas en el mundo que tengan las mismas huellas dactilares porque en el caso de haberlas, se derrumbaría todo el sistema de identificación dactiloscópica. Las huellas digitales tienen una serie de pequeños dibujos de formas muy específicas todas ellas clasificables (puntos característicos) y la coincidencia de los mismos entre la impresión obtenida de la víctima y la original guardada en los archivos, es lo que confirma la identidad.
El hecho de haber encontrado 18 puntos característicos en ese cotejo era por demás suficientes para determinar la verdadera identidad ya que se admitía como identificación fehaciente, la concurrencia de 11 puntos característicos.
Como dato curioso, muchos meses más tarde llegó a mi mesa de trabajo la ficha dactiloscópica de una mujer que había sido detenida por “Escándalo 2º H”, (en el antiguo edicto policial se reprimía con el artículo 2º inciso”H” el incitar en público al acto carnal) y que resultó ser María Sisti, aquella que había denunciado falsamente a Vecchio. En el reverso de su ficha donde figuran los datos de filiación original, se anotan además, los nombres falsos, supuestos o alias con que se identifican al ser detenidas. En la ficha de María Sisti no había más lugar donde escribir de tantos nombres supuestos que había allí anotado y solo su oficio se mantenía invariable, la de modista, profesión que siempre declaraban las prostitutas cuando eran detenidas.




jueves, 6 de diciembre de 2007

LOS COREANOS


En 1950, la Policía Federal Argentina, para sistematizar los Cursos de Sargentos, Cabos y Agentes, los Preparatorios de Agentes masculinos y femeninos y el Cuerpo de Aspirantes a Agentes de Decreto 18.231/50 (conscriptos), creó la Escuela de Personal Subalterno. Ante la carencia de aspirantes a las filas, el 31 de agosto de ese año el Poder Ejecutivo Nacional promulgó el citado Decreto 18.231, mediante el cual se autorizaba la incorporación de agentes conscriptos, para aquellos que tuvieran 19 años cumplidos y antes de ser sorteados para el Servicio Militar Obligatorio. Los primeros 500 se incorporaron el 28 de diciembre de ese año. Hasta 1975 pasaron por la Institución un total 60 mil agentes, internamente llamados “coreanos”, por coincidir en los años 50 con el conflicto interno de esa nación asiática y difundir el rumor que la Argentina enviaría tropas. A algunos de estos jóvenes, hasta la Jura de la Bandera, se les daba instrucción en la Escuela del Personal Subalterno en Villa Lugano y a otros en el Cuerpo de Policía de Transito.
Texto original de la web de la Policía Federal

domingo, 2 de diciembre de 2007

VAGÓN COMEDOR


Para los nostálgicos que peinan canas, seguramente recordarán que allá por el año 1958, los trenes que hacían el trayecto Constitución-La Plata llevaban vagón comedor. La mayoría de los pasajeros eran abogados, escribanos, funcionarios administrativos y personal vinculado a la universidad. Los estudiantes rara vez ocupaban un asiento en este vagón porque un café o un café con leche con tostadas y manteca no estaban al alcance de nuestros bolsillos.

sábado, 1 de diciembre de 2007

EN EL PRINCIPIO FUE EL 7


En los comienzos de Canal 7, cuando sus estudios estaban debajo del Alvear Palace Hotel, entrando por la esquina de Ayacucho y Posadas en Buenos Aires, muchos de los artistas, animadores y locutores que la gente conocía a través del cine y la radio, cobraron mayor fama de la que tenían y algunos pasaron a la categoría de ídolos.Desde un comienzo el público participó de los programas de entretenimientos pero sus conductores corrían el riesgo de encontrarse con imprevistos que al transmitirse en vivo, debían sortearlos con inteligencia, presteza y habilidad. Lo mismo ocurría con los teleteatros cuando alguna puerta por la cual debía salir un actor estaba deliberadamente cerrada, producto de las bromas que solían hacer tanto técnicos como artistas poniendo a prueba la capacidad de reacción del intérprete para eludir el papelón en cámara.En los comienzos de canal 7 los teleteatros se hacían a dos cámaras y en escenografías de reducidas dimensiones y solía ocurrir con alguna frecuencia, que una de las dos cámaras quedara fuera de servicio por problemas técnicos durante la transmisión, lo que generaba nerviosismo y confusión a técnicos y director.Más de una vez, algún artefacto eléctrico que requería demostración ante la cámara en los anuncios que se hacían en vivo, solían fallar por un problema en el mismo aparato, por impericia del locutor o porque algún gracioso lo había desconectado.Entre los conductores que supieron ganarse la simpatía del público estaban Juan Carlos Torry, Ignacio de Soroa, Carlos Ginés, Hector Coire, Anibal Dagostino, Brizuela Mendez, Julio Bringuer Ayala, Fito Salinas, Jaime Más, Leopoldo Costa, Victor Andrich, Juan José Piñeiro, Jaime Font Saravia y el grupo femenino lo formaban Nelly Trenti, Isabel Marconi, Gloria Raines, Mendy, Nelly Prince, Nelly Raymond, Paloma Efrain (Blakie),Thelma Mendoza,Pinky y seguramente me olvido de muchos más. Cada uno de ellos tuvo su momento de gloria, quizá sea un tanto exagerada esta expresión pero de algún modo, supieron ganarse el cariño del público en un tiempo donde todo estaba por descubrirse en materia de televisión.

EL GORDO KALISAY

Como yo cursé los estudios secundarios en el Instituto José Manuel Estrada que estaba en la calle Constitución casi esquina Entre Ríos en la Capital Federal, tenía que viajar todos los días desde Wilde, el pueblo donde vivía hasta Plaza Constitución. Por eso muchos de mis recuerdos están vinculados a esa terminal ferroviaria.
Por los años 50, en el hall de la estación solía pasearse un personaje de más o menos tres metros de altura, gordo, vestido con frac y galera (obviamente un muñeco dentro del cual había un pobre cristiano que debía soportar esa estructura) que era la imagen corporativa del aperitivo Kalisay. A este personaje se lo conoció como El Gordo Kalisay y esa bebida llegó a tener gran aceptación entre el público argentino.

UNA VOZ EN EL RECUERDO

A veces los recuerdos afloran sin tener una causa aparente y este, está vinculado con mi viejo. Como regalo original para su cumpleaños, mi vieja me llevó al edificio del Correo Central en Buenos Aires, porque allí había un servicio de grabación sobre discos de acetato. Estoy hablando de 1948 aproximadamente. Habían cabinas similares a la de los locutorios actuales que estaban separadas por un vidrio y del otro lado, estaba el operador que daba la señal para hablar o cantar frente al micrófono. El disco era de celuloide negro, es decir, totalmente flexible y se graba de un solo lado a 78 rpm. Así fue como dejé grabadas unas palabras a mi viejo para su cumpleaños, le canté una canción que era muy famosa en aquellos tiempos con aires de Far West ( la canción de Pecos Bill) que pertenecía a una película de dibujos animados y como segunda voz, muy por lo bajo, se la escuchaba a mi vieja que me daba las indicaciones al oído de que cosas debía decir, porque la grabación se hacía de un tirón y no había posibilidad de parar ni editar. Finalmente el acetato que tenía además un olor característico, te lo entregaban en un sobre de papel madera con un agujero calado en el centro para que vieras la etiqueta donde decía lo que se había grabado

UN CORTE Y VOLVEMOS




Cuando Radio Belgrano Canal 7 TV, empezó a emitir sus primeros programas al aire, hubo quienes aprovecharon la oportunidad para utilizarla como anzuelo y captar compradores de cualquier producto, entre ellos, una rifa para ganar un televisor.


En el hall central de la estación ferroviaria de Plaza Constitución se había levantado una tarima y encima, un pedestal con un aparato de televisión. El vendedor que a viva voz ofrecía las rifas, enganchaba al público encendiendo el televisor por unos minutos, suficientes como para concentrar mucha gente frente a la novedad y luego, sádicamente, lo apagaba y comenzaba a vender. Hasta que no ubicaba una determinada cantidad de números, no volvía a encenderlo pero la gente no se movía del lugar a riesgo de perder el tren, porque era todo un acontecimiento ver aquellos primeros programas, interrumpidos igual que hoy, por una tanda publicitaria, aunque menos sutil.

domingo, 25 de noviembre de 2007

CALENTITOS LOS PANCHOS

El primer restaurante que vendió panchos preparados sobre rodillos térmicos, licuados de frutas, , panqueques con crema chantilly y otras exquisiteses en los años 50, fue el Roxy que estaba ubicado en la avenida Corrientes entre Carlos Pellegrini y Suipacha.